Los niños o adolescentes con este trastorno pueden estar la mayor parte del tiempo irritables o enojados. Pueden discutir a menudo y negarse a obedecer a sus padres, a las personas que los cuidan, a los maestros u otros. Tal vez quieran también lastimar a alguien que creen que les ha ocasionado daño.
Los niños o adolescentes con este trastorno pueden actuar de forma agresiva contra personas, animales o ambos. Pueden asediar o amenazar a alguien, empezar peleas físicas, usar armas, lastimar animales u obligar a otras personas a tener actividad sexual. Pueden también destruir propiedad ajena mediante el fuego o por otros medios, mentir a menudo o robar. Quizá permanezcan en la calle hasta avanzada la noche, falten a la escuela o se fuguen de la casa. Pueden también mostrar falta de compasión y no sentir arrepentimiento cuando le hacen daño a otros.
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Los niños o adolescentes con este trastorno pueden tener arranques de conducta agresiva o violenta, o gritos. Pueden tener rabietas extremas y empezar peleas físicas. Usualmente tienen una reacción excesiva y extrema a las situaciones y no consideran las consecuencias. Los arranques ocurren con poca o ninguna advertencia. Suelen durar 30 minutos o menos. Después del arranque, el niño o adolescente puede lamentarlo o sentirse avergonzado.
En el caso de los adolescentes, un terapeuta capacitado puede reunirse con los padres y también con toda la familia al mismo tiempo. El terapeuta puede buscar, en la interacción de los miembros de la familia, patrones que puedan causar tensión y problemas. El terapeuta puede luego ayudar a la familia a aprender nuevas formas de comunicarse para evitar los conflictos.
Los medicamentos suelen administrarse a niños o adolescentes con DBD solamente si el tratamiento psicosocial por sí solo no ayuda lo suficiente. Los medicamentos suelen utilizarse junto con el tratamiento psicosocial.
La información de este resumen proviene del informe Psychological and Pharmacologic Interventions for Disruptive Behavior in Children and Adolescents. (Intervenciones psicológicas y farmacológicas para la conducta disruptiva en niños y adolescentes). El reporte fue producido por el Vanderbilt University Evidence-based Practice Center (Centro de Práctica Basada en la Evidence de la Universidad de Vanderbilt) con financiamiento de la Agency for Healthcare Research and Quality (Agencia para la Investigación y Calidad de la Atención Médica; AHRQ, por su sigla en inglés).
Los datos sobre conductas disruptivas en niños y adolescentes proviene del reporte Mental Health Surveillance Among Children - United States, 2005-2011 (Vigilancia de la Salud Mental de los niños en los Estados Unidos, 2005-2011), de mayo del 2013 del Centers for Disease Control and Prevention (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades; CDC, por su sigla en inglés).
Este resumen fue preparado por el John M. Eisenberg Center for Clinical Decisions and Communications Science at Baylor College of Medicine (Centro John M. Eisenberg para la Ciencia de las Comunicaciones y Decisiones Clínicas en la Facultad de Medicina de Baylor) en Houston, Texas. Para este resumen, se recibieron opiniones y sugerencias de personas que cuidan o son padres de niños y adolescentes con un trastorno de conducta disruptiva.
Internet Citation: Consumer Summary: Tratamiento de los trastornos de conducta disruptiva en niños y adolescentes. Content last reviewed May 2020. Effective Health Care Program, Agency for Healthcare Research and Quality, Rockville, MD. -behavior-disorder/espanol
El trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo (TDDEA) es una afección en la que los niños o adolescentes experimentan arrebatos frecuentes e intensos de irritabilidad, ira y mal temperamento. El nombre en inglés de este trastorno es disruptive mood dysregulation disorder (DMDD). Los síntomas van más allá que el "mal genio" y se consideran graves. Los jóvenes con TDDEA tienen problemas considerables en el hogar, la escuela y, a menudo, con sus compañeros. También tienden a mostrar altas tasas de uso de servicios de atención médica, hospitalización y suspensión escolar, y son más propensos a desarrollar otros trastornos del estado de ánimo.
También puede solicitar a su proveedor de atención médica que lo remita a un profesional de salud mental que tenga experiencia con niños y adolescentes. Además, es posible que los síntomas de TDDEA ocurran al mismo tiempo que otros trastornos relacionados con la irritabilidad, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD, por sus siglas en inglés) o algún trastorno de ansiedad. Un diagnóstico preciso es vital para lograr un tratamiento eficaz.
La terapia cognitiva conductual se utiliza para ayudar a los niños y adolescentes a aprender a hacer frente a los pensamientos y sentimientos que contribuyen a su depresión o ansiedad. A menudo, cuando se usa este tipo de terapia para tratar la ansiedad en los niños, se les exponen a situaciones que les causan ansiedad a fin de que puedan aprender a responder mejor a estas. Los profesionales clínicos pueden usar técnicas similares para enseñar a los niños a desarrollar su capacidad para tolerar sus frustraciones sin tener un arrebato. Esta terapia también enseña habilidades de afrontamiento para controlar el enojo y formas de identificar y reorientar las percepciones distorsionadas que contribuyen a los arrebatos.
Actualmente, no hay medicamentos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) que sirvan específicamente para tratar a niños o adolescentes con TDDEA. Sin embargo, los proveedores de atención médica pueden recetar ciertos medicamentos, como estimulantes, antidepresivos y antipsicóticos atípicos, para ayudar a aliviar los síntomas de este trastorno en su hijo. Todos los medicamentos tienen efectos secundarios. Vigile e informe sobre los efectos secundarios de su hijo y repase con frecuencia los medicamentos con el proveedor de atención médica de su hijo. Para obtener la información más actualizada sobre medicamentos, efectos secundarios y advertencias, visite el sitio web en inglés de la FDA y en español.
Los niños no son adultos pequeños, sin embargo, a menudo se les dan medicamentos y tratamientos que solo se han puesto a prueba en adultos. El cerebro y el resto del cuerpo de los niños aún se están desarrollando y existe una gran cantidad de evidencia de que pueden responder a los medicamentos y a los tratamientos de manera diferente a cómo responden el cerebro y el cuerpo de los adultos. La forma de obtener los mejores tratamientos para los niños es a través de investigaciones diseñadas específicamente para ellos. Para encontrar estudios para niños y adolescentes que se llevan a cabo en el NIMH, visite la página en inglés de estudios pediátricos. Para encontrar un ensayo clínico cerca de usted, visite el sitio web en inglés de ClinicalTrials.gov.
Algunos niños y adolescentes con estos síntomas pueden tener el trastorno bipolar, un trastorno cerebral que causa cambios inusuales en el estado de ánimo, la energía, los niveles de actividad y el funcionamiento diario. Con tratamiento, los niños y los adolescentes que tienen trastorno bipolar pueden mejorar con el transcurso del tiempo.
El trastorno bipolar, que anteriormente se le denominaba enfermedad maniacodepresiva o depresión maníaca, no es lo mismo que los altibajos normales que experimentan todos los niños. Los cambios de humor en el trastorno bipolar son más extremos, a menudo no provocados, y van acompañados de cambios en el sueño, el nivel de energía y la capacidad de pensar con claridad. Los síntomas bipolares pueden dificultar que los jóvenes se desempeñen bien en la escuela o que se lleven bien con sus amigos y familiares. Algunos niños y adolescentes con trastorno bipolar pueden intentar hacerse daño o suicidarse.
En un niño, estos cambios en el estado de ánimo y en las actividades son muy diferentes a su comportamiento habitual, así como al comportamiento de los niños y los adolescentes que no tienen este trastorno.
Otros trastornos tienen síntomas como los del trastorno bipolar, incluidos el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, el trastorno negativista desafiante, los trastornos de conducta y los trastornos de ansiedad. También puede ser un desafío distinguir el trastorno bipolar de la depresión que ocurre sin manía, a la que se le conoce como "depresión mayor". Un proveedor de atención médica que se especialice en trabajar con niños y adolescentes puede hacer una evaluación cuidadosa y completa de los síntomas de su hijo para diagnosticarlo correctamente.
Los niños y los adolescentes pueden trabajar con su proveedor de atención médica para establecer un plan de tratamiento que los ayudará a controlar sus síntomas y mejorar su calidad de vida. Es importante cumplir con el plan de tratamiento, incluso cuando su hijo no esté experimentando un episodio de estado de ánimo. Un tratamiento estable y confiable funciona mejor que uno que comienza y se interrumpe.
Con tratamiento, los niños y los adolescentes con trastorno bipolar pueden mejorar con el transcurso del tiempo. El tratamiento es más eficaz cuando los proveedores de atención médica, los padres y los jóvenes trabajan juntos.
Los adolescentes están en crecimiento y cambiando. Y las hormonas que impulsan la pubertad pueden tener un gran impacto en su estado de ánimo. Cuando parece que los niños están reaccionando de forma exagerada, es importante recordar que son menos capaces de manejar las grandes emociones, como la ira, en comparación a los adultos.
Los padres deben procurar ver el enojo de los adolescentes como una parte normal de ser una persona. El objetivo no debería ser impedir que los adolescentes sientan ira, sino ayudarlos a encontrar formas más seguras y menos dañinas de expresarla. 2ff7e9595c
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